08/05/2025
8.05.2025. Una marcha de 200 km no es ninguna broma. Es de esas rutas donde te preguntas por qué te metiste en esto… hasta que cruzas la meta y ya estás pensando en la siguiente. Para que no sufras más de la cuenta (y hasta disfrutes), aquí te dejamos unos consejos clave para gestionar bien el día: ritmo, subidas, grupetas, comida… lo típico que parece obvio, pero que muchos olvidan cuando suena el pistoletazo de salida.
Lo primero: no salgas como un misil. Es tentador con toda la adrenalina del arranque, pero si empiezas demasiado fuerte, lo vas a pagar. Y caro. El truco está en hacer lo que los ciclistas llaman pacing negativo, que no es otra cosa que guardar al principio para ir aumentando la intensidad con los kilómetros. Es una estrategia que funciona, sobre todo si quieres terminar bien y no arrastrarte los últimos 50 km.
En las subidas, lo mejor es olvidarte de la gente que te rodea. Que no te entren las prisas si ves que otros aprietan. Cada uno tiene su ritmo y tú tienes que seguir el tuyo. Si te pasas en un puerto, aunque al principio te parezca que vas bien, lo vas a notar después. Si usas potenciómetro, intenta quedarte entre el 85 y 90% de tu FTP; si vas por frecuencia cardíaca, quédate en torno al 90-95% de tu umbral. ¿Y si no tienes tecnología? Usa el sentido común: si vas tan justo que ni puedes hablar, es que vas demasiado rápido.
Luego están los llanos, que parecen fáciles, pero pueden fundirte si te empeñas en tirar solo. Aprovecha los grupos, escóndete del viento, y colabora cuando toque, sin hacer el héroe. Aquí se trata de conservar, de rodar rápido pero con cabeza, porque cada vatio que ahorres aquí lo agradecerás cuando vuelvan las cuestas o lleguen los kilómetros finales.
Y si hay algo que no puedes descuidar en una marcha larga, es la comida. Mucha gente espera a tener hambre, y cuando llega ese momento, ya es tarde. Lo ideal es que comas algo cada 30 o 45 minutos desde el principio, aunque no te apetezca. Un gel, media barrita, un plátano… lo que sepas que te sienta bien. Y bebe con regularidad, cada 10 o 15 minutos, aunque no tengas sed. La hidratación es clave, sobre todo si hace calor o la marcha es muy exigente.
Al final, una marcha de 200 km no es solo una prueba física, sino también una cuestión de cabeza. Si gestionas bien el ritmo, te alimentas de forma constante y evitas errores típicos, acabarás con una sonrisa… y probablemente buscando en el calendario la próxima locura. Porque sí, duele, pero también engancha.